Desde muy temprano se establece el vínculo con la madre ya que viven conjunta e íntimamente todo el proceso de gestación.
Este vínculo se refuerza durante la lactancia materna donde la madre mira y habla al niño, le sonríe; y al mamar, el niño toca la piel de su madre, siente su olor, su calor y escucha el latido de su corazón.
Después a medida que crece, la madre es quien se encarga de su cuidado, atiende sus necesidades, vigila su desarrollo y crecimiento en la mayoría de los casos prácticamente sola.
Por fortuna, la sociedad y el pensar cambian con el paso de los años y cada vez son más los padres que se preocupan por el cuidado de sus hijos junto con sus parejas y se involucran más o por igual. |
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